martes, 2 de febrero de 2010

NY – NY, Karina y Carlos.

Llegamos a NY, el avión también se retraso esta vez, no pudimos avisar y daba como para dos horas, pero al fin llegamos, Luz me preguntaba que si me acordaba de Carlos, yo le decía que si que de todas maneras, pasamos poco tiempo juntos pero fue lo suficiente y bastante fraterno como para no haber olvidado su rostro. El es el esposo de Karina, español, periodista, a ella la conocimos hace como 8 años en Perú, puertorriqueña, actriz de teatro y muy buena cantante, andaba en un viaje parecido al nuestro por tierras sureñas mostrando un par de unipersonales y cuando paso por dominios Incas, se quedó en nuestra casa unos días; nosotros haríamos lo propio esta vez durante nuestra estadía en la gran manzana y como ya les dije, conocimos también a Carlos con anterioridad y es que los chicos en algún momento estuvieron por Buenos Aires y de cajón que también de visita en nuestra casa.

Llegamos pues, salimos en búsqueda de nuestro equipaje y de nuestro anfitrión, Karina tenia que dar clases y nos dijo que Carlos iría por nosotros, nos encontramos, ella también estaba, ya que el vuelo se retrasó aprovechó de ir al aeropuerto. Abrazos van y vienen, ¿cómo han estado?, ¿qué tal el viaje?... llovía, no muy fuerte, también estaba bastante frío pero soportable. Nos subimos a un taxi y tómanos nuestro camino hacia casita en Queens, llegamos al edificio, el departamento esta bien chévere, espacioso, dicen los chicos que ese tipo de vivienda ya es muy difícil conseguirla, nos mostraron nuestra habitación, nos acomodamos y empezó la conversa; duró lo suficiente y nos fuimos a descansar, al día siguiente tendríamos una reúna “tropero nuevos panas” y el próximo la primera tocada en NY-NY.

La casa de los chicos tiene una particularidad, debes caminar casi en punta de pies porque los pisos son muy delgados y de madera, así que se escucha todo abajo, el vecino, que es un chino algo amargado, si siente mas de cuatro pasos consecutivos después de las nueve de la noche, toma su escoba y empieza a golpear su techo como muestra de desagrado, imagínense como tendría que ser de delicado al caminar este pechito que esta pesando casi 120 kilos jajaja. Al cuarto día en la ciudad, nuestra amiga tuvo problemas personales bastante serios y tuvimos que abandonar la morada de manera fugaz, no era fácil y ella los sabía, pero gracias a movimientos estratégicos y a los buenos panas en el camino, conseguimos bastante rápido un espacio donde quedarnos otro ratito, y digo esto porque acá en NY tuvimos tres moradas y unos días que pasamos en el campo fuera de la ciudad, pero mientras estuvimos con Karina y Carlos fue como siempre, la atención excelente, buena comida (a mi pana le encanta cocinar), lo único fue que este pechito se estaba sintiendo bastante mal, la calefacción del edificio me tenía seco y el frío externo me trastornaba, así que era inminente mi caída en brazos del resfrió, ya venía tocado de Miami por el sistema contrario como les conté, frío en casa, calor fuera de ella.

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