martes, 3 de agosto de 2010

Vamos a Tikal

Salimos en la madrugada para aprovechar el mayor tiempo posible por cuestiones de agenda, pero el sistema de transporte nos jugaría una mala pasada. El viaje es de ocho horas según nos cuentan nuestros anfitriones, con ellos fuimos a hacer las averiguaciones en el terminal, compramos los tiquetes y todo chévere, no verificamos en el momentos ciertas cosas, pero no importaba nada, ya iríamos a conocer las ruinas más famosas del país.

Cuando salimos a las dos de la mañana del día pautado, se nos dijo el tiempo real de esta ruta, once horas de duración, resulta que este horario no tiene contingente, sale con cuatro gatos y va parando en la carretera, pero en el camino no hay pasajeros hasta las cinco de la mañana por lo menos así que sorpresa… la primera parada fue como a la hora de haber salido y duro unos cuarenta minutos, sin que nadie subiera al bus, solo se quedó detenido ahí y los choferes conversando con una gente de algunos puestos que se estaban acomodando para la jornada. La cuestión es que paró, paró y paró chorrocientas mil veces, y subió a miles de personas, el bus se llenaba y se vaciaba de manera constante y no dejó de hacerlo hasta que llegamos a destino, unos gringos que estaban esperando en uno de los pueblos cuando vieron llegar la unidad atestada de gente pusieron cara de “Coño en eso vamos a viajar?”, el tipo era altísimo y debía ir parado, no había asientos, una señora iba al lado del chofer en las escalinatas, con dos niños y una caja con pollitos, jajaja el gringo debió viajar su buen tramo con tortícolis, pero bueno llegamos sanos y salvos, acompañados de nuevos paisajes para nosotros, una vista más selvática del asunto, ríos que mostraban distinta vegetación en sus riveras y hasta el clima tenía otra onda, de esas once horas podría hacerse un buen libro muy divertido.

Al arribar a Flores, no a la isla de flores sino la población que está antes a unos cinco minutos a pata y dos en taxi moto, ya era la una de la tarde, nos recibió un palo de agua tremendo, casi una hora lloviendo, nos resguardamos en el toldo de un agachadito donde aprovechamos de comernos alguito, la señora súper simpática nos consiguió movilidad para que nos llevara a la isla, el taxista nos recomendó una posada tranqui y barata, pero antes nos paseo por varios hostales para ver que nos convenía, a la final nos quedamos donde el nos anunció, estaba muy acogedor, la recepcionista muy amable y simpática y a una cuadra del Peten, aunque en flores todo está a una cuadra del lago. Ahí pasamos el resto de la tarde, no en el hotel, que no vinimos a dormir, nos fuimos al lago y nos dimos un tremendo baño, caminamos por la isla y nos sentamos a degustar alguna que otra chela mientras divisábamos el horizonte selvático desde la mesa que ocupábamos en un palafito, caída la noche nos fuimos a dormir, el viaje fue devastador y teníamos que levantarnos temprano en la mañana para apersonarnos en el parque antes de las siete para que el sol no molestara nuestra visita y los otros turistas no incomodaran nuestro caminar.

Despertamos a las cinco de la mañana, estuvimos en la carretera para tomar el bus a las seis y llegamos a un cuarto para las siete al parque. Sabemos que es grande, que como todas las ruinas, tiene historia, los guías se acercan hacen sus ofertas, están carísimos – carachos y no tenemos a Myrna para que nos salve jeje – bueno, decidimos que no guía, veremos cómo entendemos esta majestuosidad, un tipo nos aborda, le hace falta un par de personas en el grupo para que la incursión valga la pena, le explicamos que nuestro presupuesto no da, nos dice de dos por uno, aceptamos, solo somos cinco, dos argentinos un gringo y nosotros, pagamos el tiquete de entrada y VAMOSSSSSS!!!!!

Fueron casi cuatro horas de placer visual, de leyendas, de cumbres pedregosas desde donde se puede divisar a sus pares a través del bosque, vértigo, fobia, alucinaciones, Fernanda y Mariano estaban tan, tan como nosotros, igual el gringo, es impactante esto, nuestro guía no era muy ducho en la materia, un señor de unos sesenta años, pero lo hizo bastante bien, por lo menos quedamos informados de varias cosas, quedamos exhaustos, los cuatro. Dejamos las ruinas cansados, muy cansados, pero contentos de haber ido por fin, Nos devolvimos con los argentinos, los tipos son muy simpáticos y buena onda, se quedarían toda la tarde para regresar a la capital en el bus de las nueve de la noche, nosotros también abandonaríamos el peten por esas horas pero no teníamos certeza pues no habíamos comprado los pasajes, ellos andaban con las maletas todavía en el furgón que alquilaron, les dijimos que las dejaran en nuestro hotel, que las chicas son buena onda, así lo hicieron, fuimos a comprar boletos, conseguimos en el mismo bus que ellos, nos dispusimos a tomar unas chelas en la orilla del peten ahí en Flores, nos bañamos en el lago un buen rato, casi hasta el anocheceré, cuando nos contaron que de vez en cuando aparece un lagarto hambriento por ahí jaja.

La pasamos muy bien caray, nos divertimos y disfrutamos de las ruinas un montón. El viaje de regreso fue menos escabroso, llegamos a las siete de la mañana más o menos a la capital y ya el pana Otto estaba ahí esperándonos para seguir las aventuras, pero por ahora, nos quedaríamos durmiendito en casa, que el cuerpo esta molido gente, nos despedimos de nuestros nuevos amigos intercambiando mails y demases, besos y abrazos y nos fuimos a descansar.

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