jueves, 17 de septiembre de 2009

Ninoska.

Quise hacer un aparte para esta chica que conocimos en Granada, ella es ambulante, vende sandalias que confecciona la familia. Nos encontrábamos sentaditos, tranquilitos en la mesa de un restaurant bebiéndonos unas victorias heladas, cuando apareció Ninoska con su bolsa de ofrecimientos, a Luz le gustaron algunos modelos pero dos puntos estaban en contra: no había su número y tampoco daba el presupuesto, pero a ella le gusta hurgar y martirizarse, así que vimos un montón de sandalias que no íbamos a comprar y parece que a Ninoska no le molestaba en absoluto, empezamos a conversar, la invitamos a sentarse con nosotros y le ofrecimos unas chelitas, cosa que aceptó con gran gusto, entre el palabrerío se nos caía la tarde y preguntamos a qué hora salía el último bus a Managua, ella nos indico hora y lugar exacto pero también nos dijo que si no queríamos ir a su casa a pasar la noche, conocer y seguir con las helenas pues; fue así como estuvimos por primera vez en Masaya, viajamos con sus amigas del quehacer diario, una señora que vende cerámicas, una chica de 18 que llevaba maracas y su cuñada con el esposo que también se dedican a las sandalias, subimos al autobús, bajamos del autobús en un hotel para extranjeros que está en la carretera pero ya en Masaya a ver si las últimas gotas de luz del sol dejaban algún fruto más a la jornada, pero todos queríamos llegar a casa, estuvimos cosa de media hora por ahí y partimos a la morada de Ninoska, un terreno muy largo (una cuadra) y del ancho de una casa convencional donde se levantaba una primera construcción que habitaban unos tíos, mas hacia atrás estaba otra casita pequeña, luego la de su mamá, junto a esa estaba una habitación grande con de piso de barro que pertenecía a ella junto a su esposo y sus dos hijos y al fonnnndo del terreno estaba la de los abuelos. Conocimos a su esposo a su hijo, nos tomamos unas chelas, conversamos y nos fuimos a la cama, al día siguiente había que levantarse muy temprano para ir a venderle sandalias a los ticos que llegaron el día anterior, y así fue pues, a eso de las 7:30 salimos de su casa no sin antes tomarnos un cafecito con su respectivo pan. Debo comentarles que la noche fue corta, ya que tenían tantos animales que a eso de las 4 de la madrugada, empezaron todos a hacer ruidos y emitir ladridos, piar, graznar, rebuznar, aullar, mugir, etc, jajajaja además llovió un poco y el ruido del agua sobre los techos acompañaba esas deliciosas voces naturales que tanto me gustan (a luz no). Subimos a un taxi juntos, llegaos a la carretera, ella iba hacia la derecha nosotros en sentido contrario, nos despedimos, nos deseaos suerte, nos abrazamos y hasta que la vida vuelva a juntarnos… un beso chama, la mayor de las suertes.

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