sábado, 10 de julio de 2010

Isaias

Recuerdan que después de Cuatepequec hicimos dedo y se nos tildó de locos, bueno, Isaías fue nuestro salvador en esos momentos, apenas era el tercer auto que pasaba a nuestro lado, una combi azul, bajó, creímos que era un por puesto que había que pagar pero al abrir la puerta nos dimos cuenta de que no era así, la camioneta estaba llena de repuestos de autos, discos de frenos en realidad, a eso se dedica el compa, compra venta de discos de freno, hubo un poco de recelo pero decisión al mismo tiempo, que eso es lo que nos mueve a diario, la confianza, en el transcurso del camino nos explicó que debía pasar por Lourdes a buscar unas piezas, que no había que desviarse en lo más mínimo porque quedaba de pasada, que si eso nos molestaba, le dijimos que no se preocupara que estábamos bien y que lo acompañábamos, nos ofreció unas tortillas rellenas que hacen cerca del lago, se las llevaba a su señora porque le encantan y cada vez que viaja a esa zona se las compra, por cierto la señora ha llamado un par de veces para ver por donde andan las tortillas y si se van a tardar mucho, también le conversa su hija al loco se le cae la baba y nos habla de ella, le brillan los ojos, rueda la combi y la literatura sale a flote, nombre de autores y sus obras, también sale a relucir el tema de la confianza, nos explica su punto de vista que es nuestro punto de vista y sonríe satisfecho de haber acertado al recogernos, que si no confiamos los unos en los otros esto se lo llevará quien lo trajo carachos, recogimos las piezas en Lourdes y seguimos a San Salvador, nos dejó en casa no sin antes compartir un café, nos prometió subir a Santa Tecla el día del concierto, le regalamos un disco, no podíamos hacer menos por él, compartir nuestra pasión, nos agradeció y el día del Palacio estuvo allí como lo prometió, conocimos a la dueña de las tortillas, al brillo de sus ojos y a quien lo trajo al mundo, fue con todas ellas hasta arriba y nos expreso lo contento que estaba de compartir aquel momento, nos despedimos, su madre, esposa e hija, nos regalaron un abrazo y partieron dejando un suspiro de satisfacción en nuestra porfía, formando parte de estas locuras.

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