sábado, 10 de julio de 2010

Paseos

La puerta del diablo

Esta es una peña, mucho más pequeña que la de Bernal, está situada a las afueras de la ciudad y en torno a ella giran un par de leyendas que logramos escuchar de boca de una de las vendedoras de pupusas que tiene toda su vida ubicada en las laderas de esta atracción turística para propios y extraños, fuimos con un tropero, un nuevo pana del que ni sabíamos que existía, solo hizo la llamada a casa de Jeannette se presentó y nos dijo que si podíamos, tal día, a tal hora, pasaba por nosotros para que saliéramos un rato y para conocernos de manera personal. Nosotros estábamos disponibles, claro que si, así que dimos afirmación a la propuesta y Oscar apareció junto a su esposa el día pautado, saludos de rigor entre panas troperiles, pequeño momento para las anécdotas, cuentos, casualidades etc. y arriba que debemos irnos, pasamos a ponerle gasolina al vehículo y emprendimos camino a la puerta del diablo.

Al llegar notamos tres picos de montaña, cual era nuestro destino? La de la derecha mi compa me comunica Oscar, la del medio era la que más nos convenía (es la más pequeña) pero nada aquí no hay democracia, si queremos subir la pequeña, será después de la de la derecha. Como no habíamos desayunado, atacamos, ahí fue donde conocimos el puesto de pupusas antes mencionado, ese donde las leyendas fueron contadas con lujo de detalles, tomamos unos refrescos y ¡vamos arriba carachos!

No es tan dramático llegar arriba, si escasea un poco la oxigenación en el camino, al contrario de la peña camino a Guanajuato, acá hace más bien fresco, sopla un viento constante, en las escaleras nos encontramos a un vendedor de cuadros y artesanías, luego, casi en la cima, se encuentra otro ambulante que te surte de aguas, y refrescos, también de asiento, que tienen un cartelito donde hace notar que solo los clientes pueden disfrutar de él, pasamos de largo y encumbramos el peñasco… Muy linda vista, podemos notar que la hermana siniestra de esta peña, no cuenta con tan fácil accesibilidad, es mas onda alpinismo, aunque no es muy alta, un reto para los atrevidos, nosotros acá estamos muy bien, la del medio quedó en la historia de nuestra flojera, ya no es de gran interés. Quedamos ahí disfrutando del valle, otras montañas, verde, un lago que se divisa a lo lejos, tomando fotos y conversa que conversa. Llega el momento del descenso, decisión unánime, subimos al coche y seguimos camino. El día no culminó en la peña, luego pasamos por otro mirador, este artificial, en un pueblito que está situado un poco más abajo, el viento helado provocó que nos sentáramos en un agachadito a tomar una tacita de café, acompañado con alguna botanita, luego antes de despedirnos no sin la promesa de volver a encontrarnos, hicimos una ultima parada en una pequeña plaza situada entre dos vías carreteras, ahí observando a los transeúntes y disfrutando del decline del sol, nos despedimos de la jornada, nuestros compañeros de alpinismo nos dejaron en casa, tomaron un café y hasta la próxima.

Cuatepequec.

Este es el nombre de un lago que, si tienes auto, puedes llegar en cosa de hora y cuarto sin tráfico, pero mi gente, es día de semana, todos nuestros panas están laborando así que autobusito manda, la cosa es que no hay uno directo al susodicho lago, nos explican que debemos tomar este para, allá, esperar este otro que nos deja en el terminal y de ahí salen cada hora o cada media hora para el lago. Coño, y a qué hora debemos salir?

Llega el momento pautado, primer conflicto, salimos tarde, bastante tarde, tomamos el bus, segundo conflicto, era la línea menos conveniente de las tres opciones que se nos recomendó, la vaina iba a cinco k/h. paraba donde no había gente y donde seguía sin haber, llegó en 45 min al paradero donde debíamos bajar a esperar el segundo, este no tardó tanto, le preguntamos al compadre si pasaba por tal sitio, si, si, no es muy lejos afirma, pagamos, le pedimos que nos avise por favor, nos dice que todo en orden que no nos preocupemos… en una de sus miradas por el retrovisor él fue quien puso cara de preocupación, en ese momento le dije a Luz “este wey se pasó” y efectivísimo, tercer conflicto, ”perdonen es que…” acá tienen que tomar la 7 que los deja justo en el terminal. Ok chao contigo. La 7 debe ser una de las líneas que tiene el mayor rango de tiempo entre un bus y otro, pasa como cada media hora !!!Ayyyyyy, cuarto conflicto, llega la mencionada, subimos, le pedimos al loco que nos avise, también pedimos lo mismo a nuestros vecinos de asientos en los 4 puntos cardinales y por si acaso, volteábamos cada tres minutos a cerciorarnos de que no nos habíamos pasado del objetivo. Nos dejan en el terminal y a sabiendas de los horarios corremos hasta donde están los buses al lago, quinto conflicto, el bus se acaba de ir, el próximo sale en una hora… a comer algo y esperar pues.

Salimos, se nos dice que el bus se tarda al rededor de una hora cuarenta y cinco minutos, ahí ya me cuestionaba si debíamos seguir el camino o emprender la retirada, pero ya estábamos arriba así que caballero pues, paramos donde había que parar, supuestamente bajaríamos en la terminal del otro lado pero un usuario nos comento que para que si de ahí debíamos tomar otro bus porque este no llega al alago si no nos deja a unos cuarenta y cinco minutos de ahí y ay que esperar otro en una encrucijada que está en la vía. Ya no quiero conflictos. Nos bajamos donde nos dijo el tipo, efectivo, ahí había que esperar, lo hicimos, alrededor de 23’14’’, paso el otro bus rural, subimos, anduvo, anduvo y anduvo, nos preguntaron nuestro destino “El lago” pero es que – ayyyy – por acá pueden bajar y caminan dos cuadras – muchas gracias, descendimos y caminamos.

Apareció ante nuestros ojos una hermosura de aguas cristalinas, no había nada de gente, un lanchero que nos ofreció sus servicios, unos borrachos en un bote, una familia y chicos pescando.

Nos pusimos los trajes de baño, nos bañamos un rato y cuento esto corriendo, porque llegamos a eso de las tres y media de la tarde y el último autobús para hacer la travesía de regreso pasa a las cinco. Luego del baño caminamos por la orilla hasta donde estaban un hotelito y un par de bares palafitos, queríamos averiguar precios de habitaciones para ver si en alguna oportunidad durante esta estadía podíamos volver a pasar un par de noches. Llegamos preguntamos, todo está accesible, anotamos, luego nos vamos a uno de los bares a esperar los últimos treinta minutos que nos quedan, nos tiramos unas fotos mientras las fieles amigas de siempre nos acompañaban, la tarde estaba muy bonita. Terminamos, pasamos al pipis room y a la parada a esperar el bus.

Pasó puntualísimo, subimos y entre conversa con los pasajeros nos cuentan que si bajamos en la autopista a esperar el bus expreso, que “si para ahí, eso es segurísimo” - fue el comentario de todos – y desde ese punto era todo mas expedito, en cuestión de solo una hora llegaríamos. Nos bajamos, el bus expreso no para, solo los rurales y van atestados de gente, decidimos algo por lo cual se nos tildó de “LOCOS” el resto de nuestra estancia; hicimos dedo… Funcionó más rápido de lo que esperábamos y ya estamos en casa.

El volcán

Fuimos con Jeannette y su amiga Cloris, habíamos programado ir a la playa este fin de semana, es primero de mayo el sábado y nuestra anfitriona no tiene clases, pero cayó un palo de agua de aquellos, las noticias que daban en la tele eran muy poco alentadoras “Tormenta en la zona del Pacífico”, que mala onda carachos, la pasamos encerrados toda la mañana el pero el tiempo se compadeció de estos viajantes y despejó en la capital cerca del medio día, así que aprovechamos para subir a uno de los volcanes que adornan estas tierras y cuyo nombre es homónimo a la ciudad, aunque si mal no recuerdo también tienen otra forma de llamarlo, y no es por celular, no se me pongan graciosos , es un parque bastante atractivo, con veredas por aquí y allá, mucha flora, verde, grandes árboles. Caminamos y caminamos, parábamos a tomar fotos y agua por favor que en este país hace un calor demoniaco. Llegamos a la cumbre, el cráter del volcán se nos presenta majestuoso, la vista es muy vacan, está despejado y puede verse absolutamente todo, en el fondo en pleno centro del cráter, que no es muy profundo y está cubierto en su totalidad, algún carajo quiso adular a alguien y escribió el nombre encerrado en un circulote, pero no importa eso no desvirtúa la magnitud de la naturaleza.

Estuvimos cerca de hora y media por allá arriba y aplicamos la vieja filosofía de que todo lo que sube tienen que bajar, nos subimos a el carro y … chaus volcancito, que te vaya bien.

San Salvador centro.

Autobusito manda y manda lento, que malo el sistema de transporte en esta ciudad, hemos vivido algunos bastante caóticos, me parece que este le ganó a todos pero bueno, vámonos al centro. Llegamos luego de un buen andar, apenas divisamos la catedral sabíamos que ese era el paradero que nos convenía. Al bajar pudimos notar que el centro está escondido detrás de todos los puestos de ambulantes que tratan de ganarse la vida a diario, no es muy lindo ni tampoco grande pero eso no importa, a nosotros nos encanta caminar entre la gente, tomar fotos, charlar y ver qué ondas. Pusimos patitas a trabajar bajo un calorón de los de todos los días, ofertas por aquí y por allá, es la jornada de la final de la UEFA, Barcelona contra Inter, todos los puestos están provisionados de televisión, hoy la venta parece que no importa mucho, por lo menos este par de horas, fuimos al mercado de las artesanías, al de comidas, nos sentamos a ingerir algún plato para saciar el hambre, le compramos a una señora viejita unos cambures rojos, primera vez que los veíamos en todo este viaje, Luz adquirió una nueva blusa para cantar, de color amarillo, y caminamos y caminamos hasta que el tiempo nos anunció que si tomábamos el bus un poco más tarde, nos agarraría un tráfico típico de hora pico, común en todos los países que hemos visitado, exceptuando Cuba, donde no hay tantos autos, pero con todo y eso, sufrimos una tranca un día de paseo. Fuimos a la parada con y el resumen del día nos dio el siguiente resultado: disfrutamos de nuestra visita al centro, ganó Barcelona, culminamos el recorrido sin ningún traspié y a casita.

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