sábado, 10 de julio de 2010

Miguel, Franklin y Manuel.

Como les conté, Miguel fue quien nos recibió por encargo de nuestra troperísima amiga Jeannette, también acudió a su auxilio cuando se enteró que queríamos visitar su país de todas, todas, Así pues, puso a nuestra disposición todos sus conocimientos y contactos en torno al ambiente cultural; esto en tiempo record, el compa se comportó extraordinario con estos pechitos, nos trasladó a los espacios y entrevistas que había conseguido para hacer nuestras presentaciones, nos puso al tanto de los nones de la cuestión, nos aclaró que el no produce eventos que solo tiene algunos contactos e hizo un par de llamadas, nos presentó las primeras pupusas que comimos en El Salvador, el “Pan nuestro de cada día” de los salvadoreños, muy ricas por cierto, la de queso con loroco fue la preferida de Luz, a mi me gustaron todas, así que cada vez que las comíamos iba rotando el menú, Miguel sufrió junto a nosotros los menoscabos en las organizaciones y representaciones institucionales donde se nos ofreció hacer espectáculos, participó de casi todas las reuniones que hicimos con Jeannette y sus amigos, estuvo al pie del cañón caray con nuestras personas y nos dejo en el terminal de buses cuando abandonamos el país, fue el primer y último rostro familiar que vimos en el salvador, al principio desconocido, al final ya ultra amical. Mi pana, estamos más que agradecidos de las gestiones, las atenciones, las Regias, las pupusas y todo lo que hizo por nosotros, le deseamos la mayor de las suertes.

Franklin Quezada es parte de Yolocamba Ita como comenté antes, lo conocimos durante nuestra espera televisiva en el palacio de Santa Tecla, fue el aspecto positivo que pudimos sacar de esa tarde, nos lo presentó el tercer personaje en la cadena jerárquica de la institución, sonriente, en seguida hizo click con nosotros, estamos en lo mismo, siempre sonriente, preocupado de lo que sucede con nuestra gente, con su gente, cantautor, amigo de grandes amigos nuestros, conversamos bastante ese día, y quedamos en vernos durante la presentación que haríamos en el palacio, se comprometió a conseguirnos un cajón peruano para esa fecha y así lo hizo, fue con toda su familia a darnos un espaldarazo bajo la lluvia de aquella tarde noche, hicimos una amistad muy chévere, nos invitó a su casa a compartir unas pupusas deliciosas y conversar mas y mas de estas locuras, de sus viajes, de las canciones y sus motivos, de los problemas y descontentos que pasan en la profesión y tubo un gesto muy lindo al decirnos que iría a tocar a la luna casa y arte; digo esto porque hacía años que no pisaba el local por choque de pensamientos con la gerencia del mismo, pero dejó a un lado todo eso por el simple hecho de compartir, un tipazo este compadre, otro personaje que queda anclado en nuestros corazones.

Manuel Contreras es un joven cantautor salvadoreño, no lo conocíamos ni a él ni su trabajo, por recomendación de algún amigo (no recuerdo quien nos dio el dato) lo llamamos para conversar y ver si nos justábamos, ya saben que también parte de estas locuras es investigar que está pasando con el folclore y la canción de autor en nuestros países y tratar de interactuar con la mayor cantidad de cantautores que podamos, conocer sus trabajos y sus motivaciones. Manuel aceptó y de inmediato nos invitó al cumpleaños de su cuñada esa misma noche, ahí conversamos un montón y en medio de comida, copas y algarabía nos ofreció sin más ni más, apoyarnos con el sonido en el palacio, nos aclaró que sus horarios de trabajo solo le permitían trasladar los equipos en horas del almuerzo y que ya saliendo al final de la tarde se apersonaría hasta Santa Tecla para hacer la prueba y esperar a que todo culminara para cargar los equipos de nuevo y llevárselos a casa. ¡Coñoooo! qué tremenda gentileza y que importante en este caso, para librar obstáculos estratégicos respecto a los efectos del espectáculo. Así sucedió, trasladamos los equipos, probamos, cantamos y nos vinimos a la capital, el compa estaba contentísimo, nosotros contentísimos y agradecidísimos, quedamos en vernos en la luna para compartir también el escenario e interpretar un par de canciones juntos, nos prestó su cajón en esa oportunidad, cumplimos con el itinerario y disfrutamos a mares de su compañía aquella noche lluviosa salvadoreña. Mi pana le deseamos el mayor de los éxitos en su porfía arriba de los tablados y que sigan naciendo canciones de su corazón, miles de gracias por todo.

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