miércoles, 13 de octubre de 2010

Nos vamos…

La Bea nos hizo un pequeño almuerzo de despedida en su casa, pero el cocinero Jorge su hijo, se retrasó un poco, ayyyy, como vamos a hacer, ya tenemos todo inclusive la chica que nos hizo los discos ( que por cierto quedaron muy, pero que muy bien) ya apareció, ya entregó, ya cobró y ya se fue, la hora se acerca, el cocinero se siente preocupado, la Bea no entiende, ella tiene fe, yo la veo difícil compa, este pechito con la hora es demasiado, pero que demasiado, ya me conocen, parece que hubiera nacido en Alemania y más en estos casos, ¿Qué hacemos? Ya el reloj indica lo inevitable, Jorge se apura, ya está listo, mi conciencia me patea, pero la responsabilidad es mucha, ¿puedo cargar con eso? Ya hemos pasado casi toda la mañana juntos, n o debe ser tan significativo que no almorcemos, carachos que contradicción, hay que para el taxi, se nos muestra una solución, no almorzamos juntos pero si comemos el platillo elaborado con tanto afán y cariño, apelamos a los envases desechables y allí pusimos nuestra ración, nos abrazamos con la Bea hasta que el destino vuelva a unirnos, que lindo ha sido conocer a esta mujer, agradecimos a Jorge, nos despedimos de la abuela y así como llegamos, así nos fuimos, atrás queda otra casa, otra familia, otra parte de nuestra aventura y de nuestros corazones.

Por cierto, estaban ricos los tallares.



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