Carlos vino por nosotros, solo, porque Elvia esta en Veracruz. Abrazos, apapachos, todo chévere, nos instalaremos en su casa en este tramo de las travesías y bueno… vamonossssss.
En este periodo pudimos compartir un poco mas con Ademir, el hijo de los chicos, durante la ausencia de Elvia, este pechito se adueñó de la cocina y anduvo practicando ese arte del que tanto disfruta, hubo una gran variedad de platillos, sus conversas nocturnas y a la hora del almuerzo ya que Carlos casi todo los días para compartir con nosotros se iba hasta la casa para a platicar, comer y luego seguir la jornada. También anduvo casi todos los días por casa el hijo de Ademir después de clases, un chiquito de 4 años, que como cosa rara es la chochera de los abuelos jaja. La casa de Carlos y Elvia fue como un centro de operaciones esta vez, aunque nuestra estadía transcurrió aquí y así se planeó de antemano, las actividades y compromisos adquiridos con anterioridad hicieron que estuviéramos en constante movimiento ya que habían programados conciertos en Mexicali y Ensenada, a raíz de nuestra visita a esta última ciudad, regresamos para cumplir algunos compromisos adquiridos con nuevos personajes de nuestras vidas. También existió un periodo de convivencia con Miguel y Rosalía, quienes están alquilando ahora un departamento donde tienen más “privacidad” ;-).
Como todas las veces que estuvimos acá en Tijuana, la atención de nuestros amigos fue esplendida, cuando Elvia retornó ya perdí el espacio que había ganado en su ausencia pero para bien porque ella cocina muy rico, se pusieron al día con Luz de algunos chismenes jaja, nos tomamos sus chelas e hicimos camarones al ajillo una de las noches de tertulia familiar. Esta vez no vimos a Esteban y a Charly pero si tuvimos noticias e ellos, Carlos me regaló una jarana, así que ya no hay excusas para” tratar de componer” algún ritmo jarocho, carambas… ojala se dé.
Que lindos momentos hemos vivido acá en esta tierra y en esta casa, ojala el destino sea benévolo y nos una de nuevo en el camino. Besos chicos, se le quiere “A huevo”.
En este periodo pudimos compartir un poco mas con Ademir, el hijo de los chicos, durante la ausencia de Elvia, este pechito se adueñó de la cocina y anduvo practicando ese arte del que tanto disfruta, hubo una gran variedad de platillos, sus conversas nocturnas y a la hora del almuerzo ya que Carlos casi todo los días para compartir con nosotros se iba hasta la casa para a platicar, comer y luego seguir la jornada. También anduvo casi todos los días por casa el hijo de Ademir después de clases, un chiquito de 4 años, que como cosa rara es la chochera de los abuelos jaja. La casa de Carlos y Elvia fue como un centro de operaciones esta vez, aunque nuestra estadía transcurrió aquí y así se planeó de antemano, las actividades y compromisos adquiridos con anterioridad hicieron que estuviéramos en constante movimiento ya que habían programados conciertos en Mexicali y Ensenada, a raíz de nuestra visita a esta última ciudad, regresamos para cumplir algunos compromisos adquiridos con nuevos personajes de nuestras vidas. También existió un periodo de convivencia con Miguel y Rosalía, quienes están alquilando ahora un departamento donde tienen más “privacidad” ;-).
Como todas las veces que estuvimos acá en Tijuana, la atención de nuestros amigos fue esplendida, cuando Elvia retornó ya perdí el espacio que había ganado en su ausencia pero para bien porque ella cocina muy rico, se pusieron al día con Luz de algunos chismenes jaja, nos tomamos sus chelas e hicimos camarones al ajillo una de las noches de tertulia familiar. Esta vez no vimos a Esteban y a Charly pero si tuvimos noticias e ellos, Carlos me regaló una jarana, así que ya no hay excusas para” tratar de componer” algún ritmo jarocho, carambas… ojala se dé.
Que lindos momentos hemos vivido acá en esta tierra y en esta casa, ojala el destino sea benévolo y nos una de nuevo en el camino. Besos chicos, se le quiere “A huevo”.
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