
Salimos luego de recoger las maletas y el loco no estaba, sabíamos que se había ido a un bar con unos panas, que no tomaría, (gran esfuerzo) qué habrá pasado? cinco minutos dando vueltas para reencontrarnos por fin con este personaje que conocimos en Bs As, estaba esperándonos en otro lado pero se percató que nos tardábamos y retomó el rumbo. Abrazos van y vienen, auto foto y vamos a donde la tía Carmen. Nos da escusas por no poder atendernos en su depa pero nos cuenta que es pequeño del verbo pequeño, que ni a balazos entramos los tres, también nos dice que la tía vive retirada – aprovecha y la llama pidiéndole que nos haga una tortilla, “estos carajos están cagados de hambre Carmen porque no te haces una tortilla” – Nos pone al tanto de que el transporte público a esa zona solo se consigue hasta la una de la mañana – esa advertencia me hace pensar en lo que nos depara el destino - que Carmen es de la puta madre, que con ella no hay problema, que es su tía preferida. No nos tardamos mucho en llegar, la tía ya estaba dispuesta y nos tenia armada la habitación en el piso de abajo, la tortilla a medio camino, un pucho en la boca y mucha cháchara carambas, como habla Carmen, súper simpática y atenta, ya nos tenia chelas heladas, la mesa armada, un pate para picar, queso, maní, chorizo español y el tortillón.

De Javier no hablaré mucho, pues ya irán conociéndolo a medida que voy relatando esta travesía Canaria, entrada por entrada, de la tía Carmen hable ya lo justo y necesario, se que se la imaginan tal cual sin necesidad de que les cuente mas solo me falta decirles un par de cositas, tiene cerca de 65 años y vive de cocinar, así que vislumbramos que la pasaremos mal ;-)
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