lunes, 29 de noviembre de 2010

Un par de salidas

El pana Pablo se tomó su tiempo para brindarnos unos paseos muy lindos, siendo el ecologista, tiene conocimientos de todos los puntos estratégicos de la isla en cuanto a belleza natural. Uno que visitamos y al que no se podía faltar, por su majestuosidad y fama, era el cañón del Taburiente, para llegar hay que cruzar la montaña en un punto muy neblinoso y boscoso, luego de cruzar el túnel la geografía cambia radicalmente y se llega al cráter del volcán, transformado ahora en un gran valle donde la vegetación que prevalece es el pino. Ascendimos hacia uno de los puntos estratégicos donde puedes dejar tu automóvil y caminar algunos senderos cortos, tomamos fotos y disfrutamos del paisaje. La majestuosidad del cráter es indescriptible, el parque invita a ser recorrido a pie, pero hoy no hay tiempo. Muchas personas hacen largas excursiones de días, bordeando las montañas del cráter, disfrutan de los ríos, las zonas de acampar y se dejan llevar un fin de semana entero entre caminos, pinos y naturaleza. Ahí nos quedamos un buen rato antes de bajar hacia otro punto de la isla, creo que las fotos son bastante elocuentes.

El paso y ….Arepas.

Nos fuimos los cuatro en esta oportunidad hasta El Paso, un pueblito donde posiblemente toquemos, las diligencias están hechas desde hace tiempo pero faltan unos pequeños detalles, pero antes debemos hacer una parada estratégica. Acá en las islas hay muchos venezolanos y por efecto dominó, hay areperas en muchos sitios, los muchachos quieren invitarnos unas arepas esta noche así que muy a pesar nuestro tendremos que aceptar la invitación ;-). Llegamos al punto, nos sentamos, pedimos, nos deleitamos, yo, entendido en el asunto veneco, me pedí un tres en uno, hace muchísimo que no me tomo uno, pero sorpresa, sorpresa, en vez de arepitas los antojos fueron de cachapas, era muy loco ver ese manjar en la carta, uno de los delirios de Luz así que ni bien fueron encontradas en el menú, ya n había opción que le hicieran oposición. Disfrutamos de la cena como no tienen idea gente y proseguimos hacia la ciudad para hacer un recorrido nocturno, pasamos antes por las instalaciones del espacio donde tocaremos y luego a estacionar el carro para caminar un rato, aprovechar de bajar las cachapas y disfrutar de la nocturnidad, las casas antiguas con sus faroles, el aire puro, los pasajes, las esquinas. Nos tiramos unas fotos en conjunto, separados, individuales y luego del reconfortante paseo a pie, volvimos a casita.

Playita.

Mientras los chicos ejercían sus actividades laborales nos dimos una escapada caminandito a la playa, no está cerca, no eta lejos, sino todo lo contrario, pero que puede importar, para eso estamos. Los chicos nos dieron las coordenadas y partimos para allá, hay que pasar la bomba de bencina y a cincuenta metros esta la playa. Caminamos, caminamos, caminamos casi cuarenta y cinco minutos hasta que dimos con la susodicha, lo bueno es que llegamos acalorados y prestos para meternos al mar, el día estaba un poco nublado, la arena negra, el agua transparente, algo fría, no había mucha gente, solo unas cuantas personas habitaban a arena, a nuestra espalda a tan solo uno cincuenta metros, se alza la montaña de manera violenta y vertiginosa, imponente. Nos quedamos ahí un buen rato disfrutando de la naturaleza, tomamos algunas fotos y esperamos la llamada de Ana, quien pasaría a buscarnos para llevarnos de regreso a casa, hoy comeremos un plato especial preparado por el señor cartero, unas costillas en salsa de cilantro acompañadas de piñas de millo. Suena tentador ¿no? Y aunque esto no tienen nada que ver con paseos, debo decirles que acabamos con las costillas, estaban de “ya no ya” gente, se pasó el pana pablo, nos metimos una tranca descomunal y bueno…. Hubo que echarse a asimilar tanta caloría pues, quedamos devastados ¡que rico!

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