jueves, 25 de noviembre de 2010

Romeria de Santa Brigida.

Ok Romería tiene que ver con religión, Parranda no. Santa Brígida es un pueblo que ya mencione y que tiene una festividad que hace unos años atrás durada todo un día, por culpa del botellón se ha reducido bastante, a unas pocas horas nada mas, con todo y eso cuando llegamos al pueblo cerca de las doce de la mañana, ya habían varios adolescentes en estado bastante deplorable, pero eso no iba ni va a opacar nuestra vivencia ni la onda que sigue teniendo – según lugareños – esta romería donde desfilan un numero bastante grande de carretas decoradas por familias campesinas y cargadas con ofrendas para la virgen de Santa Brígida. En años anteriores todas las carretas en fila le daban la vuelta entera al pueblo y una a una entregaban frente a la iglesia sus ofrendas, ahora el recorrido es de una sola calle. Cada carreta representa a una familia o núcleo de micro empresa campesina, siempre vestidos con traje típico canario, mientras avanzan en la cola van cantando, bailan preparan algún pequeño piqueo, se entretienen y entretienen a los que nos hemos dado cita para vivir esta experiencia. Nosotros estuvimos caminando un rato por la larga fila hasta que decidimos ir a la puerta de la iglesia a ver cómo pintaba la cosa, ahí tienen dispuesto un pequeño escenario, cada carreta que llega, viene acompañada de un pequeño grupo que canta un par de canciones mientras los otros miembros del clan hacen la entrega, también hay quienes vienen con grupo de danza, la cosa es muy pero que muy vistosa. Una vez que todas las comunidades han entregado su ofrenda, se juntan en un terreno baldío donde muchos intercambian comidas, parrillas, refrescos, tragos, cantan , bailan, e interactúan con los visitantes, a nosotros nos toco un señor ultra simpático que nos convido un poco de refresco y unas chuletas de cerdo a la parrilla que estaban de miedo mmm. Luego dimos otra vuelta, nos encontramos con parte de la pandilla de la UEB, ya habían bastantes chicos en estado de borrachera avanzada, pero no les paramos, llegamos a un pequeño boulevard donde nos habíamos abastecido todo el día de bocadillos con chorizo de Teror y queso mas sus respectivas helenas, ahí encontramos a un groso contingente de panas y conocidos a quienes nos unimos y con quienes pasamos el resto de la tarde, cantando, picando, refrescándonos.

La romería fue una experiencia muy chévere, lástima que el Javier se la perdió por culpa del trabajo, pero algún día tenía que trabajar ¿no?

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